11 Nov 15 |
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El insomnio o la agripnia es un trastorno que consiste en la incapacidad para conciliar el sueño o permanecer dormido. En los pacientes que lo sufren, la duración y la calidad del sueño son bajas e interfiere en su vida cotidiana. Este trastorno se manifiesta con una dificultad para iniciar el sueño, para mantenerlo o mediante un despertar final adelantado. Las causas del mismo pueden ser variadas: unas tienen que ver con el mantenimiento de una higiene del sueño adecuada o aspectos psicológicos y otras a causa de una patología ya existente en el paciente o a factores de tipo ambiental. Y en demasiadas ocasiones se recurre a las benzodiacepinas para tratarlo.
Un estudio firmado por M.C. del Río y F.J. Álvarez mostró en 1996 –fecha de su publicación en la revista Therapy– que en España se abusaba de la prescripción de benzodiacepinas para el tratamiento del insomnio. Además, en el 80% de los casos habían sido recetadas en primer lugar por médicos de familia y casi la mitad de los pacientes llevaban más de un año con el tratamiento, pese a que no se recomienda una duración superior a las 4 semanas.
No es un problema de España, puesto que la dependencia de las benzodiacepinas constituye un motivo de preocupación en todos los países desarrollados. La prevalencia del consumo de estos fármacos puede variar entre países, pero lo cierto es que es más elevada de lo recomendable en todos ellos. Según estudios, entre el 10 y el 20% de la población de los países occidentales reconoce haber tomado benzodiacepinas en el último año, y entre el 1 y el 3% las ha consumido diariamente durante más de un año, siendo el uso de las hipnóticas más habitual que el de las ansiolíticas.
En este contexto, es esencial que los médicos de familia sean conscientes del problema. Las guías señalan que el tratamiento farmacológico del insomnio, cuando sea la opción que mejor se adapte a un paciente, implica un seguimiento estrecho para valorar la aparición de efectos adversos y evitar la dependencia a largo plazo mediante la programación de la deshabituación a los fármacos, en la medida de lo posible.
Es uno de los retos a los que se enfrenta nuestra atención. No cabe duda de que un buen abordaje del insomnio precisa de una formación de calidad, que redundará en una mayor capacidad resolutiva desde el primer nivel asistencial.
Fuente: www.sietediasmedicos.com