27 May 14 |
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Hace dos años llegó al Centro de Atención Ambulatoria de Proyecto Hombre en Madrid, y lo hizo con la misma sonrisa con la que recuerda aquel día.
Dice que tiene 77 años, aunque solo de “edad” porque si la observas y la oyes hablar, creerías que estás ante una persona “sin edad”. Una persona activa, dinámica, alegre, atenta, VITAL, que tres días por semana contagia su vitalidad incluso a través del teléfono.
Zita colabora en la recepción del Centro de Atención ambulatoria, donde recibe a las personas que acuden a solicitar tratamiento y atiende a las que lo hacen por teléfono. Dice que haciendo esas pequeñas cosas con una sonrisa se siente útil y agradecida. Agradecida de poder ver evolucionar a las personas y de disfrutar junto a ellas de su bienestar y su conversación.
Como la mayoría, Zita tiene su propia historia y sus motivaciones. Confiesa que llegó a Proyecto Hombre porque una prima suya tuvo que traer a su hijo a realizar tratamiento. Desde entonces no ha fallado ni un solo día; ni ella, ni su sonrisa.
Emocionada cuenta que no hace ningún favor a nadie, que ha llenado un vacío que no le correspondía a nadie de los suyos que ya ocupaban su lugar.
“El favor me lo hacen a mí pudiendo ser voluntaria a mi edad. Yo soy la que está agradecida”, y se conmueve al decirlo.