Una visita inesperada: crónica de los internos de CTI Soto del Real

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Jul 16

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Cuando le preguntas a un ciudadano de a pie qué esperaría encontrarse si durante un día pudiera hacer una visita a un Centro Penitenciario, probablemente, y sin miedo a equivocarme, diría que esperaría encontrarse con delincuentes, y entiéndase por “delincuentes” a ladrones, estafadores, asesinos y demás especímenes que merecen estar apartados de la sociedad.

Si esta misma pregunta se la realizamos a una persona pública, que ejerza una representación ciudadana, como puede ser, se me ocurre, un político, creo equivocarme poco si digo que la respuesta sería muy similar a la del primer colectivo que nombré. Es más, seguramente aprovecharía la entrevista para prometer al ciudadano que le esté escuchando, más seguridad, condenas más duras, regímenes más restrictivos y menos beneficios penitenciarios, para que esos “seres indeseables” que habitan las prisiones se lo pensaran más la próxima vez, o al menos estuvieran cuanto más tiempo mejor lejos de la sociedad.

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Siendo plenamente sincero, confieso que tuve mis dudas cuando nuestros terapeutas nos comunicaron una vista especial. Se trataba de la visita de un diputado.

Es muy propio del ser humano el imaginar, etiquetar y crear prejuicios sin conocer, y en estos lugares, lo es más aún. Por ello, si a un preso le preguntamos qué espera de la visita de un político a una prisión, puedo hilar muy fino si aseguro que la respuesta iría en torno a que la visita estaría motivada por conocer las instalaciones, ver las medidas de seguridad, realizar alguna entrevista con funcionarios de prisiones, buscar la manera de economizar gastos del Centro Penitenciario, o simplemente con la intención de salir en la foto del siguiente número de alguna revista sensacionalista.

Bien, tenemos pues, tres puntos de vista sobre la prisión, seguramente los puntos de vista más comunes y ampliamente apoyados por cada uno de los tres grupos de personas a los que me he referido, ciudadanos, presos y políticos.

Dice el refranero español que “La excepción confirma la regla” y el pasado 7 de junio, tuvimos el placer de conocer la excepción, que no digo que sea la única, pero a día de hoy es la única que conocemos.

Nuestra excepción se llama Juan Segovia, diputado de la bancada socialista en la Asamblea de Madrid.

Su visita no fue promovida ni para conocer las instalaciones, ni a ningún funcionario. No se hizo ninguna foto con nadie y no parecían interesarle mucho las medidas de seguridad del Centro. Nada de eso. Quería conocer personas, personas presas, sí, pero como me repitió en varias ocasiones a lo largo de su estancia, a personas.

 

Llegó sin el típico séquito de acompañantes que suelen arrastrar las visitas importantes. Únicamente la Directora General de Proyecto Hombre y la Subdirectora de tratamiento le acompañaban.

 

Tras una pequeña visita por nuestras instalaciones, cinco compañeros del módulo procedimos a tener un coloquio con él. La sensación de tranquilidad, de confianza  y de sinceridad que transmitía la situación era notable, y sin lugar a duda facilitó la conversación. Preguntas, respuestas, inquietudes y diferentes puntos de vista se sucedieron durante alrededor de una hora. La experiencia fue placentera, sin duda. Quería conocer nuestras vidas, nuestro día a día, cómo trabajábamos para reincorporarnos a la sociedad, pero lo más importante, quería conocer qué había pasado en algún momento de nuestro pasado para que acabásemos aquí y dónde podría estar la clave para que este destino no fuera el de mucha gente con alguna adicción.

Fue muy agradable sentir cómo una persona que está en primera línea de la vida política mostró interés en conocernos, a nosotros, personas privadas de libertad, que gracias a la ayuda de Proyecto Hombre, queremos retomar lo que una vez perdimos, una vida normalizada en la sociedad.

Deseamos que la experiencia con el señor Segovia sirva para que más autoridades tomen conciencia de lo que realmente se encontrarían si visitasen un Centro Penitenciario, de las personas que trabajan cada día para volver a la sociedad, de la gente que trabaja con ellos día a día para que tengan esa oportunidad, y que lo hacen, en la mayoría de las ocasiones con unas ayudas más que limitadas, casi inexistentes.

Como dije antes, es muy del ser humano etiquetar y prejuzgar. Yo personalmente lo hice con la clase política. Generalicé y me equivoqué. Desearía que además del señor Segovia, existieran más personalidades que huyeran de las etiquetas y de lo que creen saber porque como me ha quedado claro, para saber, primero tenemos que conocer.

 

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