Adicción al juego

«Mi primera apuesta deportiva fue en una casa de apuestas, coincidiendo con la celebración de la Eurocopa 2016. Entramos unos cuantos amigos, apostamos 20 euros y ganamos 800 euros. Volvimos un par de fines de semana para juntarnos y gastar parte de lo que habíamos ganado. Para ellos quedó ahí, pero yo quería ganar más. Al principio eran solo los fines de semana pero poco a poco también iba al salir de trabajar. Empecé a apostar mucho dinero y a perder aún más. Ya era apostar por impulso, a la desesperada, para poder recuperar lo perdido. Perdí mucho dinero. Empecé a pedir préstamos y la bola se hizo aún mayor. Empecé a acumular deudas a las que no podía hacer frente. Vendí relojes, ropa, portátiles… de todo para poder seguir jugando. La bola cada vez era más grande. Al principio mentía a mi mujer y conseguía ocultarle el problema. Pero llegó un punto en el que la situación era insostenible y me pidió el divorcio. Volví a casa de mi madre, me había alejado de mis amigos, no podía hacer frente a lo que me sucedía, no sabía qué hacer… Mi madre me convenció. Decidí hacerle caso y pedir ayuda. Me ha costado mucho, pero poco a poco he recuperado mi vida», testimonio anónimo paciente Proyecto Hombre Madrid.

«Un amigo me comentó que había empezado a hacer apuestas online y que estaba ganando bastante dinero. Empecé a apostar por curiosidad. Ganaba, perdía, volvía a ganar… En ese momento estaba trabajando y tenía un sueldo bastante alto, y empecé a apostar cada vez más. Al principio solo lo hacía después de cenar, pero después lo hacía en el metro de camino al trabajo, nada más despertarme… incluso en el trabajo iba al baño para apostar. Empecé a gastar mucho dinero. Con el mismo móvil realizaba los pagos y perdí el control. Perdí mucho dinero, pero no podía parar. Mis amigos, mi novia… todos se dieron cuenta de que tenía un problema. Yo lo negaba. Les mentía. “Toqué fondo” cuando comencé a robar dinero en mi trabajo. Me pillaron y me despidieron. Fue un golpe de realidad para mí. Me costó tomar la decisión pero mi novia me insistía y acabé pidiendo ayuda. Ha sido difícil pero estoy muy orgulloso de mí por haber acudido a terapia y buscar una solución», testimonio anónimo paciente Proyecto Hombre Madrid.

«Empecé a jugar a las máquinas tragaperras con 18 años. Al principio echaba lo que me sobraba del café, pero poco a poco se convirtió en algo habitual. Empezó a ser una forma de pasar el tiempo. A veces perdía pero otras ganaba, y esto hacía que quisiera seguir jugando. Cada vez jugaba más, pasaba horas, y empecé a perder mucho dinero. En ese momento trabajaba pero era muy joven, no tenía tanto dinero, me estaba gastando lo que no tenía. Llegó un momento en el que jugaba por necesidad porque necesitaba recuperar lo que había jugado, pero también por competencia con la propia máquina, no podía consentir que me ganase. Y empezaron los problemas serios: mentía a mi familia, discutía con ellos, me alejé de mis amigos… no podía controlar la situación, estaba agresivo y enfadado… solo pensaba en jugar… hacía de todo para conseguir dinero. Empecé a quitarle dinero a mi madre, al principio poco y después más, hasta que se dio cuenta. Afrontar esa situación fue horrible para mí. Me dije “tienes un problema y no puedes seguir así”. Mis padres me han ayudado mucho en este proceso», testimonio anónimo paciente Proyecto Hombre Madrid.