Cocaína 

«Llevábamos tiempo sospechando que algo le pasaba a nuestro hijo. Pero a veces a los padres no queremos ver la realidad. Cada vez llegaba más tarde cuando salía, nos decía que se quedaba a dormir en casa de amigos… Empezó a faltar dinero de casa… pero no queríamos admitir que era él quien lo cogía. Un día llegó a casa de madrugada completamente descompuesto. Tenía las pupilas dilatadas, estaba muy nervioso, no paraba de hablar… Nos dijo que venía a por unas cosas y que se iba a casa de su amigo que le estaba esperando. Ahí lo vimos claro. Hablamos con él al día siguiente y negaba que consumiera nada excepto alcohol y porros. Le hicimos una analítica de orina y allí descubrimos lo que ya intuíamos. Le pedimos acudir a terapia pero no quería, así que fuimos nosotros quienes pedimos ayuda. Poco a poco él accedió a acudir a tratamiento, y ahora está mucho mejor. Ha sido un proceso difícil pero el problema era real y teníamos que afrontarlo», testimonio anónimo paciente Proyecto Hombre Madrid.

«Me metí la primera raya en las fiestas del pueblo. Me llamó la atención al ver que amigos de allí lo hacían y quise probar. Esa noche estaba borracho y me atreví a hacerlo. Después de ese día, empecé a consumir de vez en cuando también en Madrid, cuando me ofrecían. Alguno de mis amigos también lo hacía. Hubo un momento en que no sabía salir sin meterme. Cuanto más bebía y me metía, más quería. Un día consumimos bastante más de lo que solíamos. Yo empecé a notar que todo el mundo me miraba, veía coches de policía por todos lados y creía que nos seguían para robarnos y pegarnos… notaba muchas taquicardias… Una amiga mía se asustó y llamó a urgencias. Luego me dijeron que eran cuadros psicóticos. Fue un momento muy difícil para mí y para mis padres. El médico me recomendó acudir a tratamiento. Me costó mucho pero creo que es la mejor decisión que pude tomar», testimonio anónimo paciente Proyecto Hombre Madrid.

«La primera vez que consumí fue con mi novio. A mí no me gustaban las drogas. Había probado los porros pero no me hacían mucha gracia y el alcohol me sentaba mal. Pero tenía curiosidad y con él me sentía segura. Me lo pasé muy bien con él esa noche, y a partir de ese momento, de vez en cuando consumíamos juntos. Era como añadir un ingrediente a la relación. Poco a poco me fui alejando de mis amigas. A ellas no les gustaba ni mi novio ni que consumiera. Cada vez me centré más y más en él. A veces salíamos con otras personas, amigas de mi novio que también se metían y acabábamos de fiesta al día siguiente o a los dos días en casas de la gente. Cuando no consumía cada vez me encontraba peor y empezábamos a discutir, mi novio a veces se ponía muy agresivo y me daba miedo. Me di cuenta de que algo no iba bien. Lo dejamos y todo se me vino encima. Mi madre llevaba mucho tiempo preocupada y fue ella quien pidió ayuda. Ahora estoy mucho mejor. Me he dado cuenta de todo, y poco a poco me he ido recuperando y volviendo a ser yo», testimonio anónimo paciente Proyecto Hombre Madrid.